El cierre de Hyperloop One, de Elon Musk, deja en manos de Europa el tren del futuro
Hace diez años, Elon Musk presentó un libro blanco
sobre un nuevo sistema de transporte llamado hyperloop . Consistía en meter
dentro de una gran tubería a baja presión cápsulas de pasajeros y mercancías
que podrían viajar a velocidades superiores a las de los aviones comerciales, a
más de 1.000 kilómetros por hora. El polémico empresario publicó el proyecto,
pero no participó en su desarrollo. Lo ofreció como un hardware libre, para que
cualquiera pudiera llevarlo a cabo. La primera de las compañías, y la más
importante por el capital de inversión recibido, fue Hyperloop One, que durante
un tiempo fue Virgin Hyperloop One al implicarse Richard Branson, pero la
semana pasada, la compañía anunció su cierre, algo que muchos confundieron con
el final de este tren del futuro. Nada más lejos de la realidad.
Hyperloop sigue vivo. En octubre pasado se fundó la
Asociación Hyperloop, constituida por siete compañías entre las que todavía se
encontraba la estadounidense Hyperloop One, además de HyperloopTT, también de Estados
Unidos y liderada por el español Andrés de León como consejero delegado, junto
a varias europeas entre las que destaca la española Zeleros.
Entre las compañías que lideran los proyectos de las
cápsulas ultrarrápidas está la española Zeleros
Hyperloop One llegó a recibir inversiones por 450
millones de dólares, pero siempre estuvo envuelta en la polémica. Después de
acordar con Adif en el 2018 la creación de un centro de investigación y
desarrollo en Andalucía, la compañía estadounidense se desdijo dos años más
tarde y dejó en la estacada la instalación planeada en Antequera (Málaga). En
el 2016, uno de sus cofundadores, Brogan BamBrogan, abandonó la empresa después
de explicar que alguien había dejado una soga con un lazo en la silla de su
despacho y presentó una denuncia.
En los casi diez años desde que Musk presentó el
hiperloop (2014), son numerosas las iniciativas para desarrollar estos trenes
de altísima velocidad. Además de Estados Unidos, donde ahora queda HyperloopTT,
y de Canadá, con Transpod, Europa parece uno de los puntos del mundo más
interesados en el desarrollo del nuevo medio de transporte.
En abril de este año, el Parlamento Europeo se
posicionó a favor de incorporar el hyperloop en el artículo 44 del reglamento
RTE-T, que marca el desarrollo de una red transeuropea de transporte. Está
previsto que la Eurocámara reciba el año próximo una propuesta legislativa para
regular el hyperloop. El interés europeo en disponer cuanto antes de un marco
de regulación pionero está justificado también porque esta tecnología puede ser
desarrollada en países como China, cuyo proceso regulatorio no necesita pasar
tantos filtros.
El Centro Hyperloop Europeo que se ha comenzado a
instalar en Veendam, en la provincia de Groningen (Países Bajos) debería tener
una pista de tres a cinco kilómetros de longitud –en noviembre pasado se
completaron los primeros 420 metros, instalados en sólo dos meses– abierta a
empresas tecnológicas para pruebas durante el 2024. La inversión prevista hasta
completar el centro es de 200 millones de euros.
El Centro Hyperloop Europeo comenzará a hacer tests
en esta primera fase a 75 kilómetros por hora para probar la tecnología. La
longitud de la tubería no da para más. La segunda fase, que se desarrollará con
una tubería que ya tendrá 2,6 kilómetros, empezará a ensayar cápsulas de
pasajeros y mercancías a 700 kilómetros por hora. Más cerca del objetivo final
y a una velocidad nunca alcanzada hasta el momento en ninguno de los proyectos
en desarrollo.
¿Es seguro para los humanos?
Las cápsulas de hyperloop están previstas para viajar en tuberías de muy baja presión, de forma que se evita la fricción con el aire y también con el suelo, porque los vagones se mantienen mediante levitación magnética. Pero una de las preguntas más recurrente que surge es si se trata de un sistema seguro para los seres humanos.
De la misma forma que un avión permite a los
pasajeros atravesar durante horas un entorno hostil con bajísimas temperaturas
y una baja concentración de oxígeno, los sistemas de hyperloop deberán mantener
el interior de sus cápsulas de pasajeros con estándares de seguridad. Se trata
de un sistema de transporte óptimo para un rango de distancias de 450 a 1.500
kilómetros. Entre las ventajas frente al avión estarían la ausencia de turbulencias
y de fenómenos meteorológicos.
Europa está muy interesada en liderar este nuevo
sistema de transporte porque podría conformar una gran red que intercomunicaría
sus ciudades, relativamente cercanas, en tiempos que superarían a los del avión
con un coste energético y de emisiones de CO2mucho menor. A lo largo de toda la
tubería de hyperloop pueden instalarse placas solares –de hecho, lo prevén
todos los proyectos– paras conseguir costes muy reducidos en energía, de hasta
una décima parte según el sistema de transporte con el que se compare. El
Ayuntamiento de Rotterdam, por ejemplo, ha encargado un estudio para incorporar
este tren rápido a su red metropolitana.
No es casualidad que la constitución de la
Asociación Hyperloop se celebrara en octubre en Bruselas. El tren del futuro,
si pasa, será por Europa.
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