Ferrograo, el controvertido proyecto de tren amazónico de los granos
El cacique kayapó
Beppronti Mekragnotire y el camionero Sergio Sorresino están unidos por un
mismo temor: la construcción de Ferrograo, una línea férrea que cruzará la
Amazonía de Brasil para agilizar la exportación de su descomunal cosecha de granos.
El primero afirma que su
trazado de casi 1.000 kilómetros desde Sinop (Mato Grosso), en el corazón del
agronegocio brasileño, hasta el puerto de Miritituba sobre el río Tapajós (un
afluente del Amazonas) acelerará la deforestación y afectará dos tierras de los
kayapó, Baú y Menkragnoti, a 50 kilómetros de las futuras vías.
El segundo está
convencido de que este ferrocarril promovido por las comercializadoras
mundiales de granos asestará un golpe durísimo a los miles de camioneros que
transportan soja, maíz y otras commodities por la congestionada carretera
BR-163 hasta puertos fluviales de la Amazonía, para su salida por el Atlántico.
La construcción de
Ferrograo, considerada estratégica por el gobierno de Jair Bolsonaro, será
licitada en el primer trimestre de 2021 y debe empezar a funcionar en 2030.
El proyecto resulta en
buena parte de la insaciable demanda china de materias primas. Supondrá una
inversión de 8.400 millones de reales (unos 1.500 millones de dólares al cambio
actual), que el Ejecutivo brasileño espera recaudar de fondos extranjeros.
"Es un proyecto
altamente viable, que reducirá entre un 30% y un 35% el coste del flete y a la
mitad el tiempo de transporte", dice a la AFP Edeon Vaz, director
ejecutivo del Movimento Pro Logística de Mato Grosso y lobista en Brasilia de
este proyecto.
Para las asociaciones
indígenas y los ambientalistas, Ferrograo es en cambio otro símbolo del
imparable avance de la frontera agrícola de Brasil, primer productor mundial de
soja, sobre la ya cercenada selva amazónica.
- "Más
deforestación" -
Los caminos de Beppronti
Mekragnotire y de Sergio Sorresino se cruzaron el 17 de agosto en la BR-163,
cuando el cacique kayapó y decenas de indígenas armados con flechas y palos
cortaron esa ruta de casi 1.800 km a la altura de Novo Progresso (Pará, norte).
Protestaban contra la
falta de atención oficial para combatir el coronavirus, contra la devastación
de sus reservas por madereros y mineros ilegales y contra Ferrograo.
El temor es que el
ferrocarril, que tendrá un trazado paralelo a la BR-163, agrave los problemas
causados por esta carretera construida por la dictadura militar en la década
del 70 con el lema "Integrar para no entregar", en referencia a
supuestos planes de penetración extranjera en la Amazonía.
Los indígenas afirman
que el impacto causado por esa ruta nunca fue debidamente compensado y exigen
ser consultados sobre el proyecto ferroviario.
"Con la
construcción de la carretera aumentó la deforestación. Imagínate con Ferrograo
(...)", dijo a la AFP el cacique Beppronti.
"¿Ves esta
humareda?", preguntó, señalando las densas columnas de humo que emergían a
lo lejos en la selva, producto de la quema de áreas deforestadas en tierras
invadidas y de las quemadas para limpiar los campos.
Sergio Sorresino fue uno
de los miles de camioneros que quedaron varados por el corte de la carretera,
que duró de manera intermitente varios días, en un clima de calma y
complicidad.
"Tienen su derecho.
A nosotros, Ferrograo también nos va a afectar mucho", declaró a la AFP
este hombre de 48 años, que lleva décadas transportando granos con su camión de
20 metros. "Pero supongo que eso es el progreso", agregó, resignado.
Los camioneros, sin
embargo, hicieron sentir su poder en 2018, cuando una huelga de diez días
contra el alza del diésel paralizó literalmente el país.
"Ganancia
ambiental" -
El grupo de análisis
Climate Policy Initiative asegura que Ferrograo "aumentará la demanda de
tierras e inducirá a la deforestación de 2.043 kilómetros cuadrados de
vegetación nativa en Mato Grosso".
Los ambientalistas
afirman que con Ferrograo habrá más haciendas para satisfacer la creciente
demanda y nuevas carreteras para abastecer las paradas de carga.
Pero la Asociación
Brasileña de Industrias de Aceites Vegetales (Abiove), que reúne a grandes
comercializadoras como Bunge o Cargill, ve el tren como un medio de
preservación.
"Va a traer una
ganancia ambiental muy grande. El convoy va a tener 160 vagones para
transportar 12.000 toneladas con tres locomotoras, en lugar de los 300 camiones
que ahora se necesitan", dice Vaz.
Según el proyecto, la
vía férrea no invade áreas indígenas y la única unidad de conservación por la
que pasará es el Parque de Jamanxim, pero lo hará por una franja aprobada ya
por el Congreso para el paso de la BR-163.
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