Una segunda vida para el teleférico de Esparreguera
La construcción de un
teleférico entre Olesa de Montserrat y Esparreguera fue uno de esos inventos en
tiempos de bonanza económica que acabó siendo insostenible.
Tal como explica La
Vanguardia, tenía que servir para convencer a los vecinos de Esparreguera de
que dejasen el coche aparcado y optasen por esta exótica conexión que les
permitía desplazarse por vía aérea hasta la estación de la población vecina y
allí coger los Ferrocarrils de la Generalitat (FGC), pero nunca llegó a cumplir
las expectativas de demanda, ni de lejos. No llegó a pasar de los 100.000
usuarios anuales, con una ocupación que apenas era de una cuarta parte de su
capacidad.
Puesto en marcha en el
2005, finalizó su servicio el 31 de diciembre del 2011, como parte de un plan
de recortes de la Generalitat, que buscaba por aquel entonces reducir gastos
por todos lados. El poco predicamento que tenía el servicio lo demuestra la
ausencia de lamentos por el cierre del servicio entre los vecinos de
Esparreguera, que en todo momento prefirieron seguir cogiendo el autobús en el centro
de la población en lugar del aéreo situado en una esquina del término
municipal.
Estaba lejos de todo y
el barrio que debía levantarse junto a la estación y aportar usuarios quedó en
nada con el estallido de la burbuja inmobiliaria. Además, los que aún así
optaban por el teleférico, se enfadaban cada dos por tres por la falta de
coordinación con el servicio ferroviario. Después de esperar hasta 20 minutos,
veían desde el aire, a medida que se acercaban lentamente a la estación, como
el tren se iba sin esperarles.
Con el cierre del
servicio, la instalación siguió allí, sometida a un progresivo deterioro pese a
los 350.000 euros anuales que costaba el mantenimiento que recibía por si algún
día volvía a ponerse en funcionamiento, una opción cada vez más remota a medida
que avanzaba el tiempo. A su vez, en la otra punta de Catalunya, el telecabina
de la Coma del Clot, en la Vall de Núria, llegaba al fin de su vida útil tras
más de 30 años en funcionamiento y tenía que iniciarse un proceso de
sustitución. Ahí fue como los responsables de FGC ligaron cables, hicieron
números y optaron por reaprovechar la infraestructura del primer teleférico
construido en Catalunya pensado para dar respuesta a la movilidad cotidiana.
Su fracaso en el entorno
urbano contrasta con el éxito de este modo de transporte en la montaña, donde
se le ha dado una segunda oportunidad, esta vez con un uso puramente turístico.
“Vimos que era una alternativa poder trasladar las pilonas y la maquinaria
instalada en el Baix Llobregat hasta Núria, donde sí que había una demanda por
cubrir”, explica el presidente de FGC, Ricard Font. Con esta reutilización del
material, la compañía pública ha podido ahorrarse unos dos millones de euros en
la inversión del nuevo teleférico.
El cable kilométrico y
los grandes postes entre Esparreguera y Olesa fueron retirados a finales del
2018 y el otoño pasado se trasladaron hasta la Vall de Núria. Allí, después de
unos meses de obras, su puesta en marcha se produjo a finales de febrero, pero
pocos esquiadores pudieron estrenarlo por la llegada del coronavirus. Este
verano ya funciona a pleno rendimiento, aprovechando el cartel de destino de
proximidad. En lugar de sobrevolar el río Llobregat con Montserrat como telón
de fondo hasta los 187 metros de Esparreguera, asciende hasta el albergue del
Pic de l’Àliga, a 2.170 metros de altitud, con unas vistas panorámicas de todo
el valle de Núria.
En su nuevo
emplazamiento, el teleférico permite desplazar a 415 personas por hora en lugar
de las 220 que tenía como capacidad el antiguo telecabina de la zona. Además,
el hecho de que la cabina se pare al llegar a la estación en lugar de ser una
circulación constante permite mejorar la accesibilidad del albergue juvenil
situado en esas latitudes y hacer la subida y la bajada de pasajeros y sus
mochilas con mayor comodidad.
Igual que el cierre, el
desmantelamiento definitivo en el Baix Llobregat no provocó una gran tristeza.
Aun así, Font insiste en que “si algún día se acaba desarrollando
urbanísticamente ese ámbito, hay interés y los ayuntamientos lo piden, se
volverá a instalar”. Pero en Esparreguera no parecen estar por la labor. El
servicio de autobús que les conecta con Olesa tiene muy buena recepción entre
los usuarios y recientemente ha sido escogido por la Generalitat para realizar
una prueba piloto de electrificación de la red de buses interurbanos fuera del
área metropolitana de Barcelona. En función de los resultados de la prueba, la
Generalitat analizará la viabilidad de la incorporación progresiva de vehículos
eléctricos a diferentes líneas de bus interurbanas.
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