El hidrógeno será la tumba del tren diésel
Mikel Encinas-Diario Vasco | Resulta llamativo que el primer vehículo de transporte masivo de pasajeros que inventó el ser humano, el ferrocarril, esté llamado a ser también el del futuro.
El motivo es muy simple: tiene dos ventajas con respecto a los demás.
Su enorme capacidad y, lo más importante hoy: mientras otros vehículos viajan
hacia la electrificación, el tren lleva más de un siglo siendo eléctrico (la
primera catenaria data de 1879). El futuro es verde o no será y, en ese
escenario, el ferrocarril tiene mucho terreno ganado.
No obstante, no todos los trenes son eléctricos. En
España, el 37% de las líneas son operadas por ferrocarriles con motores diésel.
Se apuesta por esta motorización por una cuestión meramente económica. La
instalación de una catenaria no es rentable allá por donde pasa menos de un
tren por hora. Por eso, un medio de transporte considerado verde aún tiene un
camino que recorrer y los gobiernos miran ahora al futuro en busca de
alternativas al tren diésel. Y para ello la tecnología de la pila de hidrógeno
es crucial. En CAF llevan trabajando desde 2016 en trenes propulsados por esta
tecnología y se han marcado el objetivo de poner en circulación en 2022 su
primer prototipo de tren basado en el elemento químico más ligero y más común.
El Plan de Hidrógeno del Gobierno estatal tiene como meta que en 2030 haya al
menos dos líneas de este tipo.
La vida media de un tren es de unos 30 años, con lo
cual los que se compren ahora aún circularán por las vías en 2050. ¿Cabe
insistir durante muchos años más en la compra de locomotoras diésel? ¿Habrá
trenes diésel dentro de un cuarto de siglo? La respuesta es que sí, sobre todo
en países en vías de desarrollo. Pero el ideal y la tendencia nos dicen que, en
Europa, muchos de los que hoy se propulsan con gasóleo lo harán con una
hibridación entre pila de hidrógeno y baterías de ion litio en unas décadas.
El hidrógeno es el futuro y Asier Irure, Tecnology
Strategy Manager de CAF, nos explica su funcionamiento: «Se combina el
hidrógeno con el oxígeno de la atmosfera y esa reacción nos da una energía
eléctrica a partir de la que alimentamos los motores. El residuo es agua en
forma de vapor», de ahí que no tenga impacto en el medio ambiente. «El problema
es que para eso tenemos que llevar unos depósitos que almacenen el hidrógeno»,
añade. Estos motores del futuro «pueden llegar a ofrecer autonomías similares a
las que tenemos en diésel, de 500, 700 o 1.000 kilómetros», puntualiza.
La gran pregunta es cuándo empezaremos a ver esos
vagones impulsados por la pila de hidrógeno. «En CAF estamos tecnológicamente
preparados para ofertarlos, pero hay un problema: la falta de normativa de
hidrógeno en el ferrocarril. Se está elaborando y CAF participará en su
redacción». La apuesta europea por el hidrógeno será clara: «En Francia y
Alemania existe un apoyo muy grande al hidrógeno que va más allá del tren. Se
habla de la economía del hidrógeno», zanja Asier Irure.
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